jueves, 28 de noviembre de 2013

FMLN: LA DISYUNTIVA HISTÓRICA



Oscar A. Fernández O.


Sobrevivimos en una etapa en la que se ha moldeado como “credo universal”, la conocida máxima de F. Hayek, que afirma que justicia social no es otra cosa que una receta vacía, convencionalmente usada, para que cualquier reivindicación sin ninguna razón que la sostenga, sea aceptada. (The atavism of Social Justice in New Studies in Philosophy, Politics, Economics and The History of Idea, Routledge and Kegan Paul, London, 1978, pp. 57-68)

Sin embargo, más allá de la arrogancia y prepotencia con la que se exhibe el capitalismo global dominante, vemos surgir en su seno, procesos de incertidumbre y caos en lo económico, en lo ideológico y en lo político, generando una poderosa bomba de tiempo cada vez mayor. Pese a los teóricos de este modelo, la realidad nos demuestra que el fin de la historia está muy lejos de producirse. (Dieterich: 1999)

El Banco Mundial, asumiendo un rol de liderazgo frente al derrumbe de la ortodoxia capitalista global y el aumento exponencial de la pobreza y la marginación social en la mayoría de países del mundo, publicó su famoso Informe sobre el Desarrollo Mundial y La Pobreza. En él postula, que la reducción de la pobreza en el orbe es la máxima prioridad. Así, este propósito se catalogó como su objetivo fundamental, para el cual se lanzó un programa asistencialista.

A esta estrategia se le ha dado en llamar “el aggionarmento” (actualización) del modelo neoliberal, cuyos indicadores veinte años después, demuestran que ha sido un total fracaso. Ha quedado en evidencia que el neoliberalismo es una matriz móvil que conserva principios constantes (Ezcurra.:1998)

¿Puede entonces, obtener legitimidad, un nuevo proyecto histórico cómo alternativa al capitalismo, a su crisis sistémica y al empobrecimiento y marginación acelerada de las mayorías en el mundo? La legitimidad de una sociedad política, sostienen las nuevas academias críticas, se deriva de dos componentes fundamentales: los ordenamientos formales que determinan los mecanismos de acceso al poder, que deben ser transparentes y equitativos para todos los ciudadanos y, los preceptos materiales que son la razón de ser de la convivencia social.

La necesidad de un nuevo proyecto histórico revolucionario, se deriva no de un capricho ideológico, sino de la tragedia humana que ha producido el fracaso del capitalismo global, que no logró establecer las condiciones reales de democracia real y justicia social, que fueron las pretensiones originales del liberalismo, hijo de la Ilustración. “Quedan así destrozados los valores fundamentales del Siglo de las Luces y de la Ilustración” y todos somos llamados a legitimar esta “nueva era” incluso para fundamentar legalmente la desigualdad (T. Genro: 2000)

Frente a este desolado escenario, la tarea política más apremiante para la izquierda revolucionaria en El Salvador, consiste, en tanto alista su fuerza electoral para continuar con la transformación de la crítica realidad nacional (y contribuir a la lucha a nivel internacional), en construir respuestas en consulta con los amplios sectores populares de manera permanente, con la celeridad que una respuesta a la crisis demanda.

Contrariamente a la deshumanización capitalista, toda concepción científica dialéctica de la sociedad ha de partir de la naturaleza humana como la condición constitutiva más importante de un sistema social. Marx entendió y explicó al homo sapiens no solo como un ente histórico, sino también biológico, con determinadas estructuras no culturales. Primero es la estructura humana en general y después, la naturaleza humana modificada según cada época, apuntó en el Tomo I de El Capital (1863)

La ejecución de un nuevo proyecto histórico antitético, no sería factible solamente negando al neoliberalismo, pues esto no constituye una estrategia de cambio estructural. Tampoco parecen existir las condiciones para la revolución armada clásica, sobre todo en los centros del régimen dónde se concentra el poder global y en sus cercanías. La creación de las organizaciones obreras y de masas, no está siendo determinante, más allá de un esfuerzo organizativo abstracto, frente a la demanda urgente de resolver el complejo problema sociopolítico real. Sencillamente porque una organización sin contenido programático es simbólica y carece de sustancia política que, dialécticamente, es su razón de ser y le da vida y cohesión.
La esencia de la sociedad participante es que los pueblos dejen de ser masas gobernadas y conduzcan su vida política y económica, conscientemente auto determinados”, sostiene Rosa Luxemburgo en el manifiesto de La Liga de Espartaco (1918), definiendo así la esencia participativa de los pueblos en el destino del Estado.

La izquierda salvadoreña debemos, a partir de ya, redoblar el impulso del programa de un nuevo proyecto histórico alternativo, más de allá de simples y puntuales estrategias electorales. Hay que delinear el Programa de la Nueva Sociedad Democrática Popular (participativa), que tendría dos funciones reales: la ideológica y la de poder, sostiene Dieterich (2001)

La base de su concepción, contenido y desarrollo no puede ser otra que el profundo arraigo a las masas, que constituyen la fuente de legitimidad y efectividad del poder.
La función ideológica y política del proyecto permitirá dar a conocer al pueblo y demás actores sociales, la nueva concepción de la realidad y del país y, a través de procesos de concienciación, lograr que el pueblo comprenda que es el nuevo sujeto de cambio.

La función de poder será la del cambio de correlación de fuerzas, entre los potentados capitalista y las fuerzas de la democratización real. Los cambios estructurales de fondo, que son necesarios para instaurar la democracia plena e incluyente, sólo pueden alcanzarse mediante un amplio y largo proceso de concienciación política y cultural entre las mayorías, que les permitirá transformarse de objetos de la historia en sujetos políticos, sabiendo que son capaces de cambiar la historia.

Es fácil comprender lo complicado que consiste revertir a favor del pueblo, unas relaciones de poder que siempre han beneficiado sólo a unos pocos opulentos. Pero esta consideración no puede ser confundida con lo imposible. Es dificultoso; sin embargo, posible y probable.



miércoles, 6 de noviembre de 2013

ANEP: EL COMPLOT DEL MIEDO


Oscar A. Fernández O.

ARENA-ANEP debería de estudiar más la historia de los movimientos emancipadores en América Latina, es decir ilustrarse, pues la oligarquía salvadoreña no se caracteriza por su educación y desarrollo cultural, sino más bien por ser una de las cúpulas acaudaladas más pedestres, presuntuosas, cursis, analfabetas funcionales y atroces. Sus ridículos discursos sobre terrorismo, comunismo, chavismo y no sé cuántos “ismos” más, son lo mismo de siempre y la gente cada día les cree menos.

Sin embargo, no olvidemos que el recurso al miedo y a la incertidumbre, sigue siendo una poderosa arma de dominio de las hegemonías. Hoy no se trata solo de los temores tradicionales a la muerte, el infierno, la enfermedad, la vejez, la indefensión, el terrorismo, la guerra, el hambre, las radiaciones nucleares, los desastres naturales, las catástrofes ambientales, sino también del miedo a un nuevo poder fáctico que denominan "la dictadura de los mercados", que tiende a reducir los beneficios sociales y las conquistas populares del último medio siglo.

Actualmente la oligarquía salvadoreña tiene miedo de verdad y fabrica un complot para contagiar el miedo a la sociedad y al mismo tiempo amenazarla. Frente a la creación de verdaderas alternativas económicas emancipadoras que trabajan por la igualdad y la libertad, y que irrumpen en el mercado hasta hace poco propiedad exclusiva de los burgueses, promoviendo políticas inclusivas, la oligarquía patalea y amenaza…sus extravagantes ganancias caen.
En diciembre del 2001 en el marco de la III Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, celebrada en la Isla de Margarita – Venezuela, el Presidente Hugo Chávez presenta la idea del ALBA,  como una propuesta de integración integral, económica, social, política y cultural de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Si miramos hacia el pasado, podemos encontrar las raíces de este proyecto en documentos como la Carta de Jamaica, cuando por primera vez Simón Bolívar establece la doctrina de unidad y soberanía de los países que se independizaban del poder colonial. Podemos analizar otros documentos históricos que son claros antecedentes del ALBA y que comprueban que ésta idea se sustenta en el pensamiento de Bolívar, Martí, Sucre, O´Higgins, San Martín, Hidalgo, Petion, Morazán, Sandino y tantos otros próceres, sin nacionalismos egoístas ni políticas nacionales restrictivas que nieguen el objetivo de construir una Patria Grande en la América Latina, según la soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras.

La institucionalidad de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) surgió oficialmente el 14 de diciembre de 2004 cuando los presidentes de Cuba, Fidel Castro y de Venezuela, Hugo Chávez se reunieron en La Habana y firmaron los protocolos de su fundación como forma de integración y unión de América Latina y el Caribe basada en un modelo de desarrollo independiente con prioridad a la complementariedad regional, que permita promover el desarrollo de todos y fortaleciera la cooperación mediante el respeto mutuo y la solidaridad.

En junio del 2009, los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros decidieron que el ALBA - TCP se denominará “Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos” (ALBA – TCP) en el entendido que el crecimiento y fortalecimiento político del ALBA - TCP  la constituye en una fuerza real y efectiva.

Los países que hasta hoy se han incorporado a esta iniciativa regional, sin la tutela de extraños, son Venezuela, Cuba,  Bolivia,  Nicaragua,  Dominica,  Honduras,  Ecuador,  San Vicente y Las  Granadinas, Antigua y Barbuda, y Santa Lucia.

En el caso de Honduras, la ultraderecha, personificada al igual que en El Salvador, en la asociación de empresarios, con la complicidad de otras fuerzas oscuras del área, patrocinaron un golpe de Estado que derrocó al legítimo Presidente Manuel Zelaya. Uno de los pretextos fue que “una infiltración terrorista y chavista” se proyectaba a través de ALBA. Nótese apreciable lector, la coincidencia de los discursos con la ANEP.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos o ALBA-TCP (en ocasiones denominada extraoficialmente por su nombre inicial Alianza Bolivariana para América o ALBA) es una organización internacional de ámbito regional, enfocada para los países de América Latina y el Caribe que pone énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social con base en doctrinas de izquierda. Lo contrario que hacen las derechas fascistas.
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El ALBA  se fundamenta en la creación de mecanismos que aprovechen las ventajas cooperativas entre las diferentes naciones asociadas para compensar las asimetrías entre esos países. Esto se realiza mediante la cooperación de fondos compensatorios, destinados a la corrección de discapacidades intrínsecas de los países miembros, y la aplicación del TCP (Tratado de Comercio de los Pueblos).

El ALBA-TCP otorga prioridad a la relación entre los propios países en pie de igualdad y en el bien común, basándose en el diálogo subregional y abriendo campos de alianzas estratégicas fomentando el consenso y el acuerdo entre las naciones latinoamericanas.

La característica definitoria del ALBA son las bases ideológicas y éticas que sustentan las relaciones entre sus miembros. En primer término, la solidaridad entre los pueblos como principio rector, que la diferencia de todas las demás asociaciones entre Estados existentes a escala global.

El comercio y la inversión los conceptúa como medios y no fines, llamados a elevar la calidad de vida de sus integrantes; subordina el mercado a la justicia social y toma en cuenta las asimetrías y la complementariedad entre las economías, de modo que las decisiones se adopten mediante la observancia de la equidad y en ningún momento movidas por el afán de lucro de un Estado, una empresa o un territorio a costa de otros.

En el espíritu que anima el ALBA se llevan a cabo otras acciones solidarias como la Operación Milagro, que ha devuelto la visión a más de un millón 600 mil personas, y la aplicación masiva del método educativo “Yo sí puedo”, que erradicó ya el analfabetismo en Venezuela, Bolivia y Nicaragua y se extiende por el mundo, siendo El Salvador, dónde actualmente avanza en la eliminación de laignorancia, sostenida a través de décadas, por la oligarquía salvadoreña.

Así mismo ALBA-El Salvador, ha impulsado junto al gobierno la reactivación de la Agricultura, abaratando los insumos agrícolas, misma que ARENA-ANEP había condenado a muerte para promover el consumismo de los TLC-USA. ALBA-El Salvador, ha promovido y alentado la incorporación de miles de jóvenes a la educación, que ANEP-ARENA ya habían relegado al ostracismo para convertirlos en mano de obra barata; en este rubro se han otorgado miles de becas y hoy se inicia con el programa de “una computadora para cada alumno”, donando al Ministerio de Educación, en un acto inédito, miles de computadoras que sin duda elevarán la calidad tecnológica de la enseñanza. ALBA promueve el deporte entre los niños y jóvenes, como parte de la sanidad mental y física de este importantísimo sector poblacional.

El ALBA ha demostrado también su eficacia como mecanismo de concertación y cohesión política latinoamericano y así se pudo apreciar con la derogación de la resolución que excluía a Cuba en la reciente Asamblea General de la OEA.

El ALBA es consecuencia del ciclo de luchas anti neoliberales latinoamericanas, cuyo inicio se gesta a finales de los años 40 y hunde sus raíces en el plan de unidad emancipadora continental. Este, como el ALBA, pareció un sueño en su momento pero es el único camino para que las naciones de América Latina y el Caribe rompan con la dominación imperialista y el subdesarrollo y afiancen su soberanía y autodeterminación. El ALBA crece y es su embrión.

Tres hechos, con profunda base económica e indudable trascendencia política, requieren ahora aunque sea una enumeración somera: la constitución de la Comunidad Sudamericana en el Cuzco, el lanzamiento del ALBA en La Habana, y la celebración de la Cumbre del MERCOSUR, en OuroPreto, Brasil.
El ALBA se propone emprender cambios profundos en las caducas estructuras económicas, sociales, políticas y culturales en América Latina. Los objetivos permanentes del ALBA inquietan y alteran a Washington que se desvela, junto a sus coleópteros locales (ARENA-ANEP) para desestabilizar a los regímenes surgidos y apoyados por las mayorías populares. “Ya han intentado golpes militares en Bolivia, Ecuador y Venezuela, y los han concretizado en Honduras y Paraguay; hoy quieren desestabilizar El Salvador, pero se han encontrado con la resistencia de una poderosa izquierda organizada, que en su momento fue la mejor guerrilla revolucionaria del mundo.


domingo, 3 de noviembre de 2013

LA ANTIPOLÍTICA Y EL NEOINSTITUCIONALISMO OLIGÁRQUICO
Epístola a los “Peregrinos”…
Oscar A. Fernández O.
Estaba claro, para Gramsci que la clase dirigente refuerza su poder material con formas muy diversas de dominación cultural e institucional, mucho más efectivas – que la coerción o el recurso de medidas expeditas-, en la tarea de definir y programar el cambio social exigido por los grupos sociales hegemónicos. De modo que si se quiere cimentar una hegemonía alternativa a la dominante, es preciso propiciar una batallade posiciones cuyo objetivo es subvertir los valores establecidos y encaminar a la gente hacia un nuevo modelo social.
El concepto de hegemonía de Gramsci es de un indudable valor para rediseñar la democracia. Pues ésta es también reflexionar desde las prácticas sociales, es tomar partido en la tarea de responsabilizar socialmente a la filosofía. De ahí el interés de Gramsci en acabar con la división entre los intelectuales y las masas, entre dirigentes y dirigidos. Recuperar el concepto de hegemonía de Gramsci puede ser la base de un proceso constituyente que presente alternativas fiables para la izquierda en este siglo.Sobre todo, si entendemos la democracia como un proceso abierto a prácticas concretas y a la deliberación cívica, como una asociación capaz de transformar las relaciones de dominación en formas de autogobierno, esto es, de poder por y para el pueblo (Prieto y Martínez: Hegemonía y Democracia en el siglo XXI)
Es difícil hablar de democracia liberal en los tiempos que corren, sin considerar a los partidos políticos, pues ellos son los principales articuladores y aglutinadores de los intereses socialessegún la teoría del Estado burgués moderno. Para precisar su origen podemos distinguir dos acepciones. Una concepción amplia de partido nos dice que éste es cualquier grupo de personas unidas por un mismo interés, y en tal sentido el origen de los partidos se remonta a los comienzos de la sociedad políticamente organizada.
Si, en cambio, admitimos la expresión partido político en su concepción restringida, que lo define como una agrupación con ánimo de permanencia temporal, que media entre los grupos de la sociedad y el Estado y participa en la lucha por el poder político y en la formación de la voluntad política del pueblo, principalmente a través de los procesos electorales, entonces encontraremos su origen en un pasado más reciente. Se discute, así, silos partidos surgieron en el último tercio del siglo XVIII o en la primera mitad del XIX en Inglaterra y los Estados Unidos de Norteamérica. En esta acepción, por tanto, el origen de los partidos políticos tiene que ver con el perfeccionamiento de los mecanismos de la democracia representativa, principalmente con la legislación parlamentaria o electoral, algo en que la derecha salvadoreña y sus patronos siempre estuvieron de acuerdo... ¿Por qué hoy reniegan de los partidos y la política, culpándolos de todos los malos habidos y por haber? ¿Por qué hoy su discurso se funda en “no politizar” la problemática social? ¿Por qué sostienen un furibundo discurso (como el de la ANEP y sus adláteres) para que se borre a los partidos políticos, especialmente a la izquierda, de la faz de la tierra?
Al respecto, Pablo Dávalos, sostiene que “Entre el vaciamiento de la política y los orígenes de la llamadabiopolítica del homo economicus, se sitúa una reflexión a la que los neoliberales de la Sociedad del Monte Peregrino le dan mucha importancia, porque les otorga una proyección histórica y civilizatoria desde la cual establecen un sentido de largo plazo para su proyecto político. En ese horizonte civilizatorio los neoliberales encuentran también una justificación ética para su proyecto. Esta reflexión establece las condiciones de posibilidad para una comprensión de la historia y de la sociedad desde los marcos teóricos básicos del neoliberalismo. Se trata de la teoría liberal de las instituciones que en el caso de la economía neoliberal se denomina neo institucionalismo económico, y ahí constan nombres importantes de la sociedad del Monte Peregrino como J. Buchanan, G. Tullock y G. Stigler. En la actualidad, los teóricos más importantes del institucionalismo económico son Douglas North, Oliver Williamson, ElinorOstrom, entre otros” (Dávalos: 2013)
El neo institucionalismo liberal ha creado el umbral histórico y la estructura social necesaria para el despliegue de la racionalidad y la acción estratégica del homo economicus, ya no más el zóon politikon. En esteofrecimiento, la condición de homo economicus es la base para todo comportamiento humano independientemente de sus particularidades identitarias, políticas o culturales. Todo ser humano debe ser asumido, desde el neoliberalismo, como “capital humano” y, en consecuencia, su “acción humana” como la denominaba Von Mises, siempre es y será estratégica (L. Von Mises: Remarksonthe Fundamental Problem of theSubjectiveTheory of Value)
A esta acción humana estratégica e instrumental, la teoría liberal de las instituciones, cuando el homo economicus actúa en ese comienzohistórico y social, la denomina “acción colectiva”. En consecuencia, la “acción colectiva” no significa una posición crítica de los individuos ante su propia historia y su capacidad de interpretarla y transformarla, sino más bien la actualización de intereses estratégicos individuales que convergen y que, de esta manera refuerzan la visión del capital humano como capital social.
Esta sospecha se ve avalada por la forma por la cual el neoliberalismo crea sus supuestos de base: (a) la sociedad, como “auto-creación que se despliega como historia”, no existe; lo que existe son seres humanos concretos con intereses individualizados y que buscan maximizar su propio interés; (b) esos seres humanos concretos pueden ser comprendidos bajo el argumento teórico del homo economicus, es decir, individuos racionales, autónomos y egoístas; (c) los comportamientos del homo economicus pueden ser identificados como patrones conductuales que tienen una base neurobiológica específica (Castoriadis: 2005)
En esta reflexión ya no constan, ni siquiera como residuo, las preocupaciones fundamentales de los liberales de mediados del siglo XX, es decir, aquella disputa acre y dura contra los marxistas o contra los keynesianos que les obligaba a los neoliberales a otorgar un sustento teórico y filosófico más acotado a la realidad social e histórica. Recordemos a Hayek y al filósofo Popper, desarrollando su idea de “lo social” como la reivindicación histórica de una nueva forma de enfocar el liberalismo, ligada al pensamiento iluminista y en contraposición del Estado keynesiano y el Estado socialista marxista (1947)
En la actual teoría liberal de las instituciones, los neoliberales incluso se dan el lujo de reconocer ciertos aportes de Marx a quien le admitensus preocupaciones por la historia. Pero, las referencias a Marx que hacen algunos de los neoliberales de la escuela del neo institucionalismo económico, Douglas North entre ellos, no debe llamar a engaño. Es una referencia hecha para legitimar sus propias interpretaciones sobre la historia. En efecto, Louis Althusser decía que Marx habría abierto, para las ciencias, el continente de la historia, así como Tales de Mileto habría abierto el continente de las matemáticas. Para la teoría institucional del neoliberalismo se trata de hacer precisamente lo contrario: cerrar de forma definitiva la historia (Dávalos: up supra)
Durante mucho tiempo, al neoliberalismo le ha interesado que la economía se separe del paradigma del Estado-nación y se dé a sí misma reglas transnacionales de funcionamiento. Al mismo tiempo partía del principio de que el Estado seguiría desempeñando el papel de costumbre y conservaría sus fronteras nacionales. Pero, desde los atentados, los Estados han descubierto a su vez la posibilidad y el poder de forjar alianzas transnacionales, aunque, de momento, sólo en el sector de la seguridad interior.
De pronto, el principio de contradicción del neoliberalismo, la necesidad del Estado, reaparece por todas partes, y en su variante hobbesiana más antigua: la garantía de la seguridad y un soporte llamado Derecho. Lo que resultaba impensable hace poco –vulnerar las soberanías nacionalesse vuelve lo más normal. Y quizá asistamos pronto a convergencias similares con ocasión de las posibles crisis de la economía mundial. Una economía que debe prepararse para nuevas reglas y condiciones de ejercicio. La época del cada uno en su ámbito de excelencia y predilección está ciertamente superada (U. Beck: Le Monde 2010)
A medida que se aproximan las elecciones presidenciales, aumenta el miedo de la derecha arenera. Como expresión política de lo que aún queda del empresariado oligárquico; se saben en minoría y temen el triunfo de una fuerza mayoritaria indiscutible de la izquierda, en la cual ganan terreno demandas como cambios más profundos hacia la refundación de un Estado de iguales y democracia popular.
Lo demuestra la guerra sucia que ha iniciado a propósito de los partidos políticos que no le son afines, pero sobretodo contra la izquierda, el FMLN. La derecha necesita aferrarse a un poder que de ser impugnadoabre la probabilidaddel término del modelo neoliberal y, por ende, de una institucionalidad que encarcela la voluntad popular y congela esta situación en beneficio de los sectores dominantes.
En ese plano, la campaña del miedo apunta contra la Asamblea Legislativa y el Órgano Ejecutivo, que se demonizan como expresión de populismo, sinónimo de despilfarro y de contaminación política, en un ambiente en el que tiene que privar la tecnocracia y el burocratismo del mercado (sic!). Lo notable es que nada de lo que teme la derecha ha ocurrido en los países en que se han iniciado procesos de cambio para mejorar, usando por ejemplo formas de participación directa ciudadana.Esos países son hoy mucho más democráticos y participativos.