jueves, 24 de octubre de 2013

LA UES DEBE SER AUTÓNOMA CON TRANSPARENCIA



Oscar A. Fernández O.


El principio de autonomía universitaria ha sido muy discutido, y aunque sus alcances se han precisado en las respectivas leyes orgánicas, intereses políticos lo han tratado de desvirtuar, como en el caso de quienes identifican autonomía con extraterritorialidad o peor, con impunidad. Es compromiso permanente del Estado respetar irrestrictamente la autonomía para que las instituciones de cultura superior se organicen, administren y funcionen libremente, y sean sustento de las libertades, jamás como fórmula para crear feudos que implique un derecho territorial por encima de las facultades primigenias del Estado.

La autonomía fue ganada por la UES para que pudiese cumplir sus funciones sin injerencias externas y ajenas, que le dificultarían el cumplimiento de aquéllas conforme a los principios académicos y de proyección social, para que la educación que se imparta se encuentre libre de todo dogmatismo o ideología.

La autonomía económica de la UES, consiste en la administración de su patrimonio. Este es un aspecto de particular importancia. Las universidades públicas no pueden cubrir sus necesidades con recursos propios, lo que hace necesario que el Estado les otorgue un subsidio. Recuérdese que las universidades cumplen funciones que al Estado corresponden. Luego, el subsidio es una obligación de éste, no un acto de gracia.

No obstante, a través del subsidio el Estado podría, llegado el caso, tratar de influir en las universidades, y es por ello que se ha entendido que la autonomía, desde el punto de vista económico, implica que son las propias universidades las que determinan en qué materias y en qué proporción se gastarán los recursos. En consecuencia, la autonomía económica tiene especial importancia a pesar del otorgamiento de los subsidios. Con los enormes gastos que una universidad pública realiza no es posible que los efectúe con sus propios recursos; luego, autonomía no es sinónimo de autosuficiencia económica.

Las instituciones que reciben fondos provenientes del Estado, suelen publicar sus estados contables y entregarlos al órgano de fiscalización, como principio de transparencia y rendición de cuentas. El manejo de sus recursos económicos no debe prestarse a duda o suspicacia algunas. La universidad, en este aspecto, debe ser una caja de cristal. Este no es, lamentablemente el caso de la Universidad de El Salvador hoy en día, pues es prácticamente la única institución pública, que no liquida su presupuesto en tiempo, según el Ministerio de Hacienda.

En medio de todo este ambiente poco claro de administración de las autoridades actuales, en dónde algunos señalan evidentes indicios de corrupción y otras desviaciones, se ha suscitado un enfrentamiento dirigido contra el Gobierno y en parte contra la Asamblea Legislativa, pues se dice que de manera malintencionada, se está privando a la UES de su presupuesto y esto amenaza con una supuesta “crisis” sin antecedentes.

Nada más falso. Las autoridades centrales de la UES (Rectoría y CSU), se han parapetado en un argumento baladí y perverso, pues dicen que se les adeudan quince millones (por su parte, la Asamblea General Universitaria, sostiene que son casi nueve millones de dólares y otras voces allegadas al Rector sostienen que siete, lo cual es poco serio) para poder terminar el año fiscal 2013, y debe reforzarse con un tanto similar al presupuesto del 2014, al cual ya se le trazó un techo de acuerdo a la situación financiera del Estado, que no está en período de bonanza, sino más bien en déficit. El gobierno y la fracción parlamentaria del FMLN, están tratando de conseguir una cantidad que aunque menor, podría amortiguar el problema. Pero la verdad, es que por más que se planteen cifras, estas no han podido ser contrastadas con los informes financieros, porque los mismos (cuando los hay) no representan la realidad y se contradicen. El Ministerio de Hacienda plantea que la UES no finiquita su presupuesto, aun cuando éste proviene del dinero público.

La UES debe volver a ser la conciencia crítica del país, tierra de emancipación en donde se examinan y conviven todos los pensamientos científicos y políticos. Estos aspectos influyen en el sistema político y en el propio Estado, sobretodo hoy que las políticas progresistas y de izquierda, tratan de reconstruirlo después de la debacle propiciada por la privatización desaforada, para convertirlo en un Estado de iguales que deba repartir la riqueza producida por la nación. Estas actitudes mezquinas y nebulosas en la forma de administrar la UES, retardan y complican esta pretensión, por demás histórica.

Las relaciones entre la UES y esta nueva proyección Estado deben ser de mutuo respeto (el Estado ya no es el enemigo de la UES, como lo ha sido en el pasado reciente), cada quien debe actuar dentro del campo de atribuciones que le corresponde. El país pierde cuando se quiebran estas relaciones de respeto. La UES debe estar comprometida con los problemas de la nación y deben auxiliar en su solución.

Las universidades en el cumplimiento de sus funciones se encuentran con las siguientes limitaciones: 1. Realizar sus funciones bien y no las que no le corresponden; 2. Respetar el orden del Estado, salvo que éste sea maneje de forma abusiva; 3. Actuar libre y responsablemente, es decir, sin libertinaje ni anarquía, y 4. Los recursos económicos de que disponga, deben ser suficientes para que pueda cumplir adecuadamente con sus fines, a la vez que deben utilizarse con pulcritud y transparencia, presentando al pueblo y a la comunidad universitaria las cuentas claras.